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La elaboración de este vino comienza con un proceso ancestral y minucioso: el asoleo. Una técnica tradicional que consiste en extender manualmente los racimos uno a uno en los paseros al sol, permitiendo que la uva se deshidrate de forma natural durante varios días.
Este método artesanal reduce el peso del fruto hasta en un 50 %, concentrando de forma extraordinaria los azúcares, aromas y sabores de la uva. El resultado es una materia prima de gran intensidad, que da origen a un vino dulce de perfil único, profundo y auténtico, en el que la paciencia y el sol son parte esencial de su carácter.
VISTA: Color amarillo dorado con ligeros tonos verdes.
NARIZ: Nariz muy compleja de flores blancas, miel, fruta tropical y membrillo
BOCA: En boca es potente, fresco, frutal y mineral. Equilibrado y largo
Tarta de zanahoria: El maridaje ideal. Las notas especiadas del bizcocho y su textura húmeda se funden con los aromas florales, cítricos y melosos de Piamater. El equilibrio entre dulzor y acidez del vino realza cada bocado sin empalagar.
Panna Cotta: La cremosidad y la dulzura profunda del dulce de leche se potencian con el perfil meloso y la acidez refrescante del Moscatel. Un encuentro que mezcla texturas suaves y aromas intensos, generando un final muy armonioso y elegante.
Brownie de chocolate: Un maridaje por contraste. El dulzor envolvente y la acidez del vino equilibran la intensidad del chocolate, aportando luz y fruta a un postre denso. Aún mejor con el brownie con nueces y se acompaña con helado.
Tiramisú: Un juego complejo y elegante: el vino acaricia el amargor del café y el cacao con sus notas de flor de azahar y miel, generando un final largo y sorprendente. Una opción distinta para quienes buscan salir del maridaje clásico con licores.